Pretender escribir la historia de algo, supone la referencia a hechos concretos, acaecidos en un lugar y en una época determinada; supone testimonios fidedignos de esos hechos, que permitan una valoración objetiva de ellos; supone el acopio de datos, antecedentes y documentos que fundamenten las afirmaciones que se hagan en relación a los hechos; y por sobretodo supone una independencia que permita abstraerse al historiador de eventuales intereses o sentimientos, que pudieran comprometer su objetividad.
En relación a los Cursillos de Cristiandad, si bien es cierto que desde su nacimiento han acaecido muchos hechos, en muchos lugares; hay muchos testimonios de quienes han participado en ellos a través del tiempo; viven aún muchos de sus iniciadores ; y existen numerosos documentos datos y antecedentes, no es menos cierto que su dinamismo creador, la fuerza de su irradiación y la experiencia de su eficacia, todo lo cual se vive también hoy, podrían presentar alguna dificultad para hacer una valoración objetiva de ellos desde un punto de vista histórico.
Asimismo el hecho de que los Cursillos sean obra de la Gracia de Dios, y sean tantos los caminos por los que en cursillos llega esa gracia de Dios, hace imposible objetivamente que podamos llegar a establecer un detalle completo de estos caminos. Son tantos los hombres y mujeres que, mediante el cursillo, han comprendido que Dios los ama y que se han sentido llamados a descubrir a otros este amor personal de Dios, que sería imposible también registrarlo todo. Finalmente en este aspecto, es tan íntima y personal la acción de Dios en los hombres que, al pretender encuadrarla en una historia, nos encontraremos además, indefectiblemente, con limitaciones de vocabulario.
En consecuencia, pretender escribir la “Historia de los Cursillos de Cristiandad”, además de ser una osadía, implica el grave riesgo de dejar fuera de ella a personas, hechos y cosas importantes.
No obstante lo dicho, intentaremos en el presente trabajo recopilar algunos acontecimientos, los cuales, ya sea por la trascendencia que han tenido por si mismos, como sucede por ejemplo con la Ultreya Mundial de Roma de 1966, o en particular con el nacimiento de cada uno de los organismos y estructuras internacionales, ya por ser importantes hitos en una historia que se está haciendo, y en la cual están presentes varios de los que empezaron con esta aventura, los cuales nos han contado, de primera mano muchas cosas, pudieran ser de interés para generaciones futuras.
Mucho se ha hablado y mucho se ha escrito en relación a los Cursillos de Cristiandad. Hay quienes los defienden con pasión y quienes los atacan con saña; hay quienes los consideran como “la” solución para nuestros días y quienes consideran que son algo obsoleto y pasado de moda; hay quienes estiman que no aportan nada a una pastoral posconciliar de la Iglesia y quienes por el contrario ven en ellos el mejor instrumento de dicha pastoral; hay quienes dicen que no tienen hondura kerygmática y quienes para los cuales todo en ellos es kerygma; hay quienes los discuten porque los quieren y quienes los discuten porque no los quieren; en resumen, los Cursillos, gracias a Dios inquietan, interpelan, son en cierto sentido “signos de contradicción”.
Sin embargo, dígase lo que se diga, existe una realidad. En nuestra Iglesia de hoy está el hecho de los Cursillos de Cristiandad, y ello es una circunstancia que no puede discutirse.
Si bien, como sabemos, el primer Cursillo propiamente tal fue el que se dio en el Santuario de San Honorato de Randa, en Mallorca, España, entre el 7 y el 10 de Enero de 1949, existen una serie de antecedentes que podríamos decir forman parte de la ‘Pre-historia” de los Cursillos de Cristiandad, y que demuestran que este maravilloso instrumento que el Señor ha regalado al mundo en el siglo XX, no fue fruto del azar o de la improvisación, sino el resultado de una seria, comprometida y laboriosa preparación.
Recordemos que en el Acto de Clausura del 2º Congreso Nacional de la Juventud de la Acción Católica en 1932, a los pies de la Virgen del Pilar, cuando se hizo el compromiso de organizar el 3er Congreso, en 1937, en Santiago de Compostela, se acordó programar con ese mismo motivo una gran Peregrinación de jóvenes españoles y latinoamericanos a Santiago.
Para ello, la Juventud de la Acción Católica Española (JACE), organizada en forma bastante sólida, y cuya influencia era bastante fuerte – no obstante que en esa época se daba aún una mentalidad de Iglesia pre-conciliar -, además de obtener los permisos pertinentes de la Jerarquía, y obedeciendo a un compromiso que en 1936, asumiria su Asesor y Presidente Nacional, el Padre Manuel Aparici con el Papa Pio Xl de “ser la cristiandad ejemplo y guía” que el pontífice reclamaba, iniciará un proceso de formación de dirigentes y de motivación espiritual para los peregrinos en todas las diócesis de España, de modo de hacer de esa peregrinación un verdadero acto de fé y no una simple excursión o paseo, fijándose como objetivo hacer que 100.000 jóvenes españoles peregrinaran a la tumba del apóstol Santiago, como un modo de demostrar que querían hacer de sus vidas un continuo caminar de Santidad hacia Dios.
Indiscutiblemente Manuel Aparici, sin ser uno de los “iniciadores” de los Cursillos de Cristiandad, va a jugar un importante rol en esta “Pre-Historia” de ellos, ya que el proceso de formación de dirigentes y de motivación espiritual para los peregrinos, a través de los Cursillos de Adelantados, Jefes y Guías de Peregrinos, y el espíritu peregrinante y de vanguardia de Cristiandad que supo inspirar en los jóvenes que se convocaron en Santiago de Compostela, serían fundamentales mas tarde en el nacimiento de los Cursillos de cristiandad.
El proyecto sin embargo, a pesar de los preparativos no podría concretarse en le fecha prevista, ya que el alzamiento nacional del 18 de Julio de 1936, y la posterior guerra civil – con su “millón de muertos – al decir del escritor Jose María Gironella, harían absolutamente inviable la iniciativa.
Sin embargo el Espíritu no estaba dispuesto a dejarse avasallar, y no obstante el contexto de guerra fratricida, de odios y de violencia, en el que la Iglesia y le fé católica fueron unas de las principales víctimas, contexto de odios, de inseguridades y de miedos, seguía actuando y generando condiciones para que el Carisma de los Cursillos llegare en un momento a concretarse.
A partir de 1941, al retornar a España una cierta paz impuesta, en un clima de inseguridades, de cambios y de transformaciones profundas, todo ello en el marco de una ferrea dictadura totalitaria, se relanzará la idea de la peregrinación, y con la consigna “100.000 jóvenes a Santiago” la JACE diseñará, organizará y ejecutará, para prepararse cualitativamente y para lograr el número de peregrinos anunciado, un programa de actividades y tareas destinadas fundamentalmente a generar una motivación y una preparación de los peregrinos que, desde todos los rincones de España, se volcarían en Agosto de 1948 a la tumba del apóstol, en Santiago de Compostela, programa a desarrollarse entre ese año y 1948, en el cual se contemplarán una serie de actividades.
Entre estas, estaban en primer lugar, unos CURSILLOS PARA ADELANTADOS DE PEREGRINOS, los cuales se darían en toda España, y concretamente en la diócesis de Mallorca a partir de ese mismo año 1941. De estos, se realizaron en esta diócesis seis:
1º.- Semana Santa de 1941.- al cual asistieron 12 jóvenes.
2º.- Semana Santa de 1943.- al cual asistieron 32 jóvenes.
3º.- Semana Santa de 1945.- al cual asistieron 30 jóvenes.
4º.- Semana Santa de 1946.- al cual asistieron 23 jóvenes.
5º.- Semana Santa de 1947.- al cual asistieron 35 jóvenes.
6º.- Semana Santa de 1948.- al cual asistieron 32 jóvenes
El programa para estos Cursillos para Adelantados de Peregrinos era abrumador, y todos los temas tenían como objetivo fundamental la formación de dirigentes para la Acción Católica organizada. Componían su temario las siguientes lecciones:
1.- Dios uno y trino.
2.- El hombre, naturaleza y sobrenaturaleza.
3.- La Gracia.
4.- Jesucristo, su persona.
5.- Jesucristo, su misión.
6.- Jesucristo, su obra.
7.- La Iglesia en su doble realidad, social y mística.
8.- María.
9.- La Vida cristiana.
10.- El Cielo.
Si bien, algunos elementos de esta inmensa temática entrarían posteriormente en los Cursillos de Cristiandad propiamente tales, en ningún caso tuvieron influencia importante en la redacción de los esquemas que definirían mas adelante a aquellos.
Los resultados de estos Cursillos para Adelantados de Peregrinos fueron sin embargo positivos, ya que entre otras cosas se consiguió la movilización apostólica de dirigentes, la captación e incorporación de nuevos dirigentes, algunos de los cuales influirían mas adelante en forma decisiva en el nacimiento y realización de los Cursillos de Cristiandad, y la siembra en todos ellos de inquietudes apostólicas, que a la larga irían mas allá del objetivo concreto de la peregrinación a Santiago.
Paralelamente a los anteriores, comenzaron también a realizarse otros, llamados CURSILLOS PARA JEFES DE PEREGRINOS ó CURSILLOS DE FORMACION, En estos participaban quienes habiendo tenido la experiencia anterior, se harían cargo de los distintos grupos de peregrinos. Tenían un carácter parroquial y se dieron también en toda España.
Estos Cursillos para Jefes de Peregrinos, que a diferencia de los anteriores que eran dados por miembros del Consejo Nacional de la JACE, estaban a cargo de los Consejos Diocesanos de la JACE, y que en Mallorca entre 1942 y 1948 fueron cinco, permitieron a quienes participaron de ellos, que no necesariamente tenían que ser militantes de la Acción Católica, ir captando el contenido luminoso del cristianismo en toda su amplitud e intensidad como asimismo inflamarse y llenarse de Cristo en pocos días.
En 1944 se crea además en Mallorca, al amparo de la JACE, una ESCUELA DE PROPAGANDISTAS Y DIRIGENTES, la cual, sobre la base de conferencias de cultura religiosa, produjo en la práctica un fruto apostólico bastante pobre.
Ahora bien, no obstante estos antecedentes, es necesario dejar en claro, desde la partida, que los Cursillos de Cristiandad, como quedará demostrado, serán específicamente distintos a los Cursillos para Adelantados de Peregrinos y a los Cursillos para Jefes de Peregrinos. Ellos no fueron la continuación o adaptación de estos, sino algo nuevo y distinto de lo anterior, el resultado de un trabajo incansable y productivo, milagrosamente productivo.
A principios de 1947 llegaba a Mallorca, como Obispo Coadjutor, con derecho a sucesión del entonces Arzobispo-Obispo don José Miralles, que ya tenía 88 años, don Juan Hervas y Benet, hasta ese momento Obispo auxiliar de Valencia.
Don Juan Hervas, había nacido en Puzol, un pequeño pueblo de Valencia, el 30 de Noviembre de 1905. Luego de cursar sus estudios en el Seminario Metropolitano de Valencia había sido ordenado sacerdote el 16 de Junio de 1929, comenzando, a partir de esta fecha un activo ministerio pastoral.
Entre 1936 y 1939 realiza estudios superiores en la Universidad Católica de Friburgo, Suiza, doctorándose en Derecho Canónico y Derecho Civil.
El 23 de Abril de 1944 es consagrado como Obispo auxiliar del Arzobispo de Valencia, correspondiéndole regir, como Vicario Capitular la sede vacante, al fallecer el Arzobispo.
Entre 1944 y 1947 realiza una serle de viajes apostólicos, entre ellos a La Habana, presidiendo la delegación española al Congreso Interamericano de Acción Social, a Friburgo, presidiendo la delegación española al Congreso de Estudiantes Católicos de Pax Romana, a Roma, presidiendo la delegación de España al Congreso de Intelectuales Católicos, etc, todo lo cual fue poco a poco ensanchando sus áreas de acción.
Trasladado a Mallorca en 1947, con 41 años de edad, el joven Obispo se dedicará especialmente a atender a la juventud y las tareas del apostolado seglar.
A fines de Diciembre de 1947, fallece Mons. Miralles, pasando inmediatamente a sucederlo Mons. Hervas como Obispo Titular. Con su nuevo pastor, la dinámica diocesana en Mallorca empezaría a transformarse radicalmente: la ilusión. el fervor apostólico, la capacidad de trabajo, la entrega sin medida de una vida en eufórica madurez y la dedicación sin descanso del activo pastor, marcarían sin lugar a dudas una línea en la diócesis que solo podría producir frutos positivos.
Mons. Hervas supo descubrir donde había zonas vivas y sensibles, supo captar las inquietudes, amparar las iniciativas, impulsar hacia metas más ambiciosas y orientar personalmente, incluso hasta comprometer su propio prestigio, por mantener, sin miedo, aún frente a venerables “santones”, especie de ”intocables” diocesanos, la reivindicaciones apostólicas de aquella juventud dinámica con que contaba para su tarea pastoral.
Si alguna vez investigó, fue para corregir paternalmente situaciones individuales que podían perjudicar.
Aunque las críticas fueron muchas veces duras o vinieron de sectores de enorme fuerza e influencia, nunca Mons. Hervás dudó de la justicia, de la rectitud, de la eficacia o de la entrega de quienes estaban en esta tarea. Siempre, y como irá quedando demostrado, se jugó a fondo por “sus Cursillos”, como sucedió por ejemplo en aquella Asamblea de la JACE de diciembre de 1949, en la que se pronunciaría pública y definitivamente a favor de ellos, o en aquella intervención en la Catedral de Mallorca en 1951 frente a todos los sacerdotes de su diócesis, o en aquel otro célebre discurso en el que llegaría a señalar que “la crítica contra los Cursillos puede alcanzar la malicia de un pecado mortal”.
Tampoco fueron ajenas a Mons. Hervás las críticas, las vejaciones y los dolores a causa de los Cursillos, todo lo cual llegaría incluso a influir, de cierta manera mas adelante, en su traslado a Ciudad Real.